MI HIJO ES VIOLENTO?

MI HIJO ES VIOLENTO?

jueves, 26 marzo 2009

Agresividad en la adolescencia: Mi hijo es violento.

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Los diarios se hacen eco de la noticia. Algunos hijos insultan, zarandean y hasta pegan a sus padres. ¿Hay formas de prevenir esta situación? Qué podemos hacer para evitar momentos tan dolorosos?

La violencia es una manera de exteriorizar el descontrol y la inseguridad. Generalmente se manifiesta en relación a alguno de estos modelos educativos:

1- “Dejar hacer” (o Laissez Faire) esta modalidad se basa en la incapacidad del adulto para poner límites. Al no tener rumbo, ni control se produce en el pequeño sentimientos de abandono, contrariamente a lo que se piensa (Este niño hace lo que quiere).

2- Los modelos muy autoritarios que fomentan que el niño sólo encuentre su lugar por oposición y conflicto.

Esta es la primera reflexión para los padres cuando se preguntan por las conductas agresivas. Tomando la idea de Soler y Conangla cuando no hay pautas claras ni límites se produce un caos. Los menores desorientados intentar adueñarse del territorio familiar quedándose con lo que les va bien y huyendo de tareas y responsabilidades.


Algunos autores hablan de pequeños tiranos pero todo tirano tiene una corte que lo aduló y le permitió llegar al poder. Es necesario pensar en cuál fue la modalidad de relación con el hijo, que lo llevó a ese sitio, no para culpabilizarse sino para revisar las conductas y modificarlas de plano.


Si examinamos la historia generalmente encontramos que han sido niños consentidos, caprichosos con excesiva permisividad. Los padres han actuado desde muy pequeños temiendo por sus reacciones y los niños encontraron que la manera de tomar seguridad es amedrentar: frente a un mundo nuevo lleno de incertidumbres todo niño busca algún sostén. si no lo encuentra en sus padres lo tratará de generar él. Un ejemplo: en las bandas juveniles hay sistemas de jerarquía y una organización que se respeta y se hace respetar. Cuando un chico ingresa a estos grupos busca un orden y una autoridad, aunque sea para delinquir, que es en sí una transgresión.


¿Qué pueden hacer los padres para prevenir esta situación?

Lo más importante es reflexionar sobre el modo en que se está educando a este hijo, evitando reproches y poniéndose a caminar. Si se fue muy permisivo, pensar como recuperar la autoridad. Si la actitud fue déspota buscar la comunicación. Recordar siempre que la violencia es una señal de algo que sucede en el interior del adolescente. Es necesario construir la autoridad que permite marcar límites, hacer cumplir normas, transmitir propósitos (Sinay). Construir una senda para que los hijos transiten. Es convertirse en tutores y educarlos.


Algunos autores plantean que puede haber predisposiciones genéticas para la violencia. Sin descartar esta posibilidad, lo genético no actúa sin un estimulo en lo ambiental y emocional.

Algunas ideas en la prevención…

• Desde pequeños marcar la autoridad, el respeto hacia las otras personas, no en discursos huecos sino en la acción de todos los días.


• Reflexionar sobre las conductas abusivas: ¡Qué bien, mirá como pega a otros niños. Así me gusta, que se defienda! En algunas familias los adultos se divierten cuando un pequeño pega a los adultos y se ríen como si fuera simpático.


• Evitar la inmediatez que es la mayor fuente de impulsividad. Los niños deben aprender a esperar y los padres, ayudarlos a pensar qué están pidiendo. Sobre todo cuando son los adultos quienes usan como método para calmar a los niños llenarlos de golosinas.


• Hay una equivocación en los progenitores producto de muchos años de autoritarismo: confundir amor y complacencia tratando de evitar las frustraciones porque “ya la vida le dará sufrimiento”. Si un niño no respeta normas de convivencia, acepta el no y pospone lo inmediato será incapaz de adoptar conductas responsables en el futuro. Cuando alguien no puede tolerar la frustración se torna impulsivo y violento.


Más vale actuar que asustarse…


Si el problema está instalado los padres deben ser firmes, no permitir abusos verbales ni físicos. Si estos suceden habrá una sanción y deben cumplirla. No hay peor terremoto a la autoridad que despreciar lo dicho.


Si no pueden contenerlos solos pedirán ayuda especializada. Por todos los medios es necesario recomponer un orden, una norma que organice y guíe al adolescente. Él se opondrá a estos cambios con enojo pero si los padres se mantienen, con el tiempo modifican su actitud, abandonando los desafíos permanentes. Si la seguridad está en los padres ellos no precisan envalentonarse.


La educación de los hijos es nuestra responsabilidad indelegable. Es cierto que los niños no vienen con un pan bajo el brazo ni con manual de instrucciones. Pero podemos leer libros y hornear panes.